
SIERRA DE SAN PEDRO: ROMPIENDO MONTE
Es un honor para mí aceptar la invitación de Jose Higuero brindándome la posibilidad de escribir unas líneas en el programa de monterías de Sierra de San Pedro. Honor por el prestigio del mismo en el panorama montero nacional, donde ya antes plasmaron sus artículos, plumas y escopetas tan ilustres y de tanta tradición montera como Luis Higuero, Leopoldo Castillo, Domingo Cadenas, Valdueza, Laula, Camps, Poli, Noni Cáceres, Zorita, Jose López Montenegro y tantos otros monteros veteranos de mayor autoridad venatoria. Responsabilidad también por lo complicado que resulta plasmar en unas líneas un sentimiento y una emoción tan intensa como supone la pasión por la caza, la pasión por la montería.
Mi primera montería con Sierra de San Pedro fue allá por la temporada 2006-2007 en la finca que tantas veces cazamos posteriormente Valrehondillo-Barruecos. La junta puntual en Puebla de Obando. Por aquel entonces capitaneaban Nacho y Jose Higuero que ya habían recogido el testigo de su padre. Las palabras de Nacho con su firmeza y seriedad recordando las normas de obligado cumplimiento en la mancha me impactaron. Dejaban claro que allí se cazaba de verdad sin espacio para la indisciplina; prohibido doblar puesto sin excepción, respetar la caza del puesto contiguo, ya fueran los guarros no tirados grandes o pequeños, enterrar las balas y no disparar a los visos, ni a perros ni perreros. Respeto absoluto a la caza. Aquello me gustó. Dejaban claro que todas aquellas tradiciones monteras convertidas en norma eran innegociables.
La Montería representa para nosotros una gran pasión. Lo tiene todo. Es una caza completa: ilusión, sentimiento, esperanza, incertidumbre, destreza y decisión, ingenio, respeto, valor y nobleza. Es la máxima expresión de la perfecta armonía del hombre en la naturaleza, en la sierra, en el monte, en su hábitat desde los primeros tiempos, no solo como ser racional sino también emocional. Nos hace sentir diferentes. Nos alegra la vida y nos cambia el humor, a mejor, desde que recibimos el calendario hasta finales de febrero, por lo menos, con la mente puesta ya en el olor a jara de Extremadura, sus manchas, el latido de las recovas y el sonido de las caracolas de los perreros.
Mi primer guarro lo cacé un 31 de diciembre de 1989 en Monterrubio, en el puesto 11 de los peñones del olivar de la mancha Las Picudas, de la mano de mi maestro en la caza, mi tío Domingo. La emoción que sentí allí solo con el cochino entre los canchales todavía la recuerdo. El día anterior en mi primera montería había fallado un guarro en Los Vuelos-Fuentequemada. Ni lo vi de la emoción. Casi me arrolla.
Durante todos estos años monteando, en los que uno va aprendiendo constantemente y marcando su camino en la caza, creo que de todas las modalidades en que podemos desarrollarla, principalmente, se reducen a dos: cazar bien o cazar mal. Y cazar bien solamente puede llevarse a cabo practicándola de un modo ejemplar. Ejemplaridad en la cita montera, en la organización y colocación de puestos. Ejemplaridad en la salida de las armadas a la mancha, en el trabajo de los postores, en la suelta de las rehalas, en el batir de la mancha y en montear despacio. Ejemplaridad en el puesto por el montero respetando la caza con nobleza, el monte y a los restantes monteros. Ejemplaridad en la recogida de reses y junta de carnes, en la comida, comentando los lances con educación y respeto a todos los monteros y personal de la orgánica.
Todo ello es la caza. Todo ello es lo que representa Sierra de San Pedro. Una orgánica de monterías, la de mayor tradición montera donde se montea de manera ejemplar. Al margen de los resultados buenos o malos, porque lo esencial en su forma en entender la montería es el cómo se caza y no el cuánto se mata. Este es precisamente su fuerte: cazar despacio, cazar de verdad con respeto y nobleza. Lo más difícil.
Es momento de “Romper Monte” a favor de la caza, de la buena caza, de la caza practicada con valores de manera ejemplar, que exige compromiso, nobleza y verdad porque nos hace sentir lo que somos. Es momento de que la caza sea dignificada y respetada, momento de sentirnos orgullosos de ser monteros. De reivindicar lo que representamos como defensores de la naturaleza, como guardianes del campo junto con agricultores y ganaderos, como protectores del medio rural. Momento de exigir a nuestros representantes que se blinde y se garantice la caza, que se respeten y se restauren los usos tradicionales que siempre han preservado el equilibrio en el monte. La falta de sentido común en los Parques Nacionales, con el lobo, la tórtola, las rehalas, la caza en familia y tantos otros despropósitos que la propia naturaleza se encarga de desenmascarar. Es momento de ser autocríticos, de ser exigentes con nosotros mismos, de buscar esa ejemplaridad.
Debemos evitar que la caza sea denigrada no solo por sus enemigos, que pretenden cercenar nuestras libertades, sino también por todos aquellos que, creyendo y haciéndose pasar por cazadores sin serlo, ensucian con sus prácticas el noble arte de la caza con su verdad y valores. En Sierra de San Pedro, como los grandes conquistadores extremeños, partimos desde Trujillo y nos fuimos a montear a Madrid. Monteamos la Castellana porque allí había buenas recovas como las de Valdueza y buenos perreros como Enrique y Luis de Piedrabuena. Y también muchos y buenos monteros como Dilor y Diego Trespalacios, Jero Pareja Obregón, Abraham, Juan Carlos, Justo, Zorita y Guadalupe, Josemi, Poli, Alfonso, Nacho y Tomás Higuero y también muchos Higueros. Y un buen capitán de montería como Jose Higuero que volverá a tocar la caracola las veces que sean necesarias hasta que consigamos que la montería y los usos tradicionales del campo sean restaurados, respetados y protegidos. Todos los que allí estuvimos y también los que no pudieron asistir, sentimos que había fuerza y unidad y esperanza para defender lo nuestro, el campo.
Desde aquella primera montería con Sierra de San Pedro se acumulan en la memoria y en los sueños infinidad de recuerdos. Recuerdos de puestos entre jaras y breñales con fallos y aciertos; Aceitunilla y las eneas, Malueñillos y el regato de la bellosa con un buen venao de quince puntas, Valrehondillo-Barruecos donde practicamos un poco de caza extrema con el gran Leopoldo Castillo y Poncho, Villaviciosa con sus traviesas del cabrero y el pozo donde rompen los cochinos y venaos como balas, Mediacacha con el 11 del masegal en la sierra y las morras de la suerte en los riberos o la armada de santa catalina donde Jero Higuero se hizo novio en el puesto 8 con su tío Borja, las espectaculares Corchuelas con sus reses, Aceituna, Mortera y Candil con sus impresionantes venaos y guarros. Natera y Solana donde me quedé con un buen machetillo. Recuerdos de los años en los fríos de Salamanca en Gallegos de Crespos y los monteriones a cochinos del encinar y chaparral. Misericordia y los cochinos oro y plata abatida por Tristán en el mismo puesto; yo tuve la suerte, salvando las distancias con los guarros, de pasarme algo parecido en el año 1991. Eso no ocurre con frecuencia. La calidad de las reses de la Fontanina, Zamores con la impresionante Morra de Chavez y sus espectaculares puestos en los puertos desde donde se ve toda la montería y media Extremadura. Un auténtico espectáculo montero que tuve la suerte de disfrutar con mi mujer Ana y donde mi hijo Mariano remató su primera cochina a cuchillo. El robledal del Cañejal y las Paredes donde montearon por última vez las recovas de Sierra de San Pedro guiadas por Eusebio, Luis y Enrique.
Recuerdos de agarres en la Moheda, Aceitunilla y el Encinar de Gallegos, de Santi Satrústegui en Dehesa de Acim. De recovas y perreros; Higuero con sus perreros maestros Eusebio, Luis y Enrique, Valdueza, Conde de la Camorra, Trespalacios, Ahumada, Caldera, Cortés. De buenos lances de monteros levantando el rifle por seguridad de perros y monteros como Martín en Villaviciosa, Guti en Golondrinas y Borril, Miguel del Prado en las Corchuelas, Moncho en la Herguijuela , los hermanos Pidal, los Roa, los Sánchez, José Antonio Moreno, Juanjo Otaegui, José Gallego, Manolo Mirat, Albaladejo o Justo Acedo años consecutivos en la Gatera.
Recuerdos de buenos postores y arrieros como Fran y Jose Maria, hijos de Eusebio, Sera, Rubén, Pedro, Luis, Enrique que echa los venaos sin perros, Casemiro, Felix y Antonio Liberal con su hijo Juanjo, Adolfo y Bejarano. Todos ellos gente noble de Aliseda que saben de monte junto con Pedro y demás personal de intendencia en cocina, capitaneados por Lola, que hacen con su estupenda cuchara que los fallos sean menos penas desde que empezamos a recoger el zurrón en lo alto de la sierra.
Recuerdos de escopetas negras con Jorge Higuero a los mandos, Borja, Nacho y Ricardo Higuero, Juan Higuero, Eusebio, Jero Pareja Obregón y sus gateras, Noni Caceres que este año ha triunfado con los guarros buenos, Monty al que aburrimos excusándonos con nuestros fallos y porte de las reses. Leoncio el taxidermista.
Recuerdos de jóvenes y viejos monteros; Leopoldo Castillo, Felix Liberal, Gaudencio, Agustín Terán, Jose Luis Arribas, Antonio Garay, Carlos Camps, E. Sánchez Ocaña, Andres Sánchez y tantos otros monteros que ya no están entre nosotros. Monteras y monteros de mucha afición y tradición como Dilor y Diego Trespalacios, María Higuero, Juan de Dios Pareja Obregon, Eduardo Sánchez Ocaña, Jose María Sánchez, Ramón Vicente, Martín Fernández de Gorostiza, Iñigo Camps, Rafael Garay, Felix Barroso, Jorge Osborne y Miguel Higuero con sus zagales, Moncho y Joaquín Jimenez, los hermanos Barquero y los Sánchez Cordero, los Roa, los Poli y Luis y Alejandro Pidal, Juan Carlos García y el gran Jose Ramón Cuervo, Ramón Estalella y un largo etcétera de monteros que tenemos la inmensa fortuna de cazar con Sierra de San Pedro y la familia Higuero.
Gracias a los propietarios de fincas que nos permiten montear por su tesón y esfuerzo junto con su guardería en cuidar la caza y mantener la tradición. Gracias a los dueños de rehalas y a los perreros, porque sin su inmenso coraje, afición y dedicación, la montería no sería posible. Agradecimiento incomparable con todas las alegrías que nos proporcionan los latidos de los perros detrás de un guarro rompiendo monte o de un venao cuerda abajo.
Gracias a postores, cargueros, conductores, taxidermista, cocineros y demás personal de intendencia de Sierra de San Pedro, porque sois también parte esencial de la montería, porque monteamos todos juntos y desempeñáis vuestro trabajo con una gran profesionalidad que permite tener seguridad en los puestos, celeridad en la colocación de las armadas y una increíble recogida de reses con el pisteo de los animales heridos.
Gracias a Luis Higuero por haber sabido transmitir junto a Maria José a todos sus hijos y nietos el mayor legado de Sierra de San Pedro; una forma única de montear, cazar despacio, cazar con nobleza y respeto a las tradiciones monteras. Por haber hecho de Sierra de San Pedro una escuela de buenos monteros.
Gracias a Nacho y Jose por abrirnos las puertas de Sierra de San Pedro y poder disfrutar de la maravilla de las manchas de Extremadura con sus dehesas, arroyos, puertos, canchaleras, pedrizas y vallejones y su olor a jarales.
Gracias a Jose Higuero y a Lola por permitirnos cazar en familia con mi mujer Ana y nuestro hijo Mariano, como una gran familia montera, que es lo que realmente representa Sierra de San Pedro.
Hace muchos años cazando la Morra de Chavez un día de agua, Luis Higuero me comentó en la casa de Zamores, mientras comíamos, que estaba convencido de que como en Sierra de San Pedro no iba a montear en ningún otro sitio. Me alegro mucho Luis de no poder todavía darte la razón. Por si acaso, por si tuvieras razón, nosotros este año estaremos preparados el primer día de temporada para cazar las maravillosas Corchuelas de Monfragüe que tanto monteaste de punta a punta a lomos de tu inseparable Nardo.
Allí nos veremos. Hasta pronto.
Fuerte abrazo.
¡Viva España!, y ¡Viva la Montería!
JUAN MOLINERO