LA MONTERÍA
Tradición, Esfuerzo y Respeto en el Monte
Las monterías son mucho más que una jornada de caza. Es tradición, es una forma de ser, es un estilo de vida profundamente arraigado en la cultura cinegética que solamente los cazadores y nuestras familias pueden llegar a entender.
Sin embargo, muchas veces se nos olvida lo que hay detrás de cada jornada. Hay un enorme trabajo invisible que merece ser reconocido y valorado por todos. Los organizadores de monterías, la propiedad, los cocineros, los guardas, los rehaleros, los arrieros, los propios monteros y los postores desempeñan un papel fundamental para que todo funcione con orden, con respeto a la naturaleza, pero sobre todo con la mayor seguridad.
Organizar una montería no es tarea sencilla y requiere meses de mucha preparación, desde la planificación del terreno, la gestión de permisos, la selección de los puestos, hasta la coordinación con rehalas, guardas y auxiliares para preparar las manchas. Todo esto con el objetivo de ofrecer un buen día para los cazadores.
Los organizadores deben prever cada detalle, desde la intendencia de desayuno y comida, pasando por la meteorología hasta la densidad de animales, la coordinación de todos los participantes y la logística de acceso y evacuación. Su esfuerzo es muchas veces silencioso mudo e invisible , pero sin él la montería simplemente no sería posible.
Los postores, por su parte, son los encargados de guiar a los cazadores a sus puestos, asegurarse de que se respeten las normas de seguridad y actuar como enlace entre los cazadores y la organización. Su conocimiento del terreno y su experiencia son claves para que la jornada transcurra sin incidentes. Además, son quienes muchas veces resuelven imprevistos, tranquilizan a los participantes y garantizan que se mantenga el espíritu de compañerismo y respeto que debe imperar en el monte.
No obstante, la seguridad no solamente depende de los postores, sino también de los cazadores, que tienen que valorar el puesto y tener buen la convivencia con el vecino en la armada .
Aunque no lo parezca, un aspecto esencial en una montería es la valoración del puesto asignado. Cada puesto tiene sus particularidades y, aunque algunos puedan parecer más “afortunados” que otros, todos forman parte de un engranaje cuidadosamente diseñado. Analizar el puesto, entender su orientación, su visibilidad, sus posibles tiraderos y su seguridad es una responsabilidad del cazador. No se trata sólo de esperar la entrada de caza, sino de comprender el entorno y actuar con responsabilidad.
Aprovecho para recordar lo IMPORTANTE de no mejorar puesto y ponerse DONDE SE INDIQUE porque ante todo debe primar la seguridad.
Valorar el puesto también implica aceptar con deportividad que no siempre se tendrá suerte. La montería no es una garantía de fortuna, sino una experiencia de conexión con la naturaleza de respeto por el entorno y de convivencia con otros apasionados de la caza y en muchos casos conectar consigo mismo. La llamada “ética” cinegética comienza por saber estar, por respetar los turnos, los silencios y las decisiones de la organización.
Por ir terminando, una costumbre que enriquece la jornada es la de visitar a los puestos vecinos antes de comenzar la montería y una vez finalizada la misma. Este gesto, sencillo pero significativo, fortalece los lazos entre los participantes, permite compartir experiencias, anécdotas y, en muchos casos, aprender unos de otros. Es una forma de agradecer la compañía, de interesarse por cómo ha ido la jornada y de mantener vivo el espíritu de unión y de equipo ayudando en la medida de lo posible a sacar y marcar la fortuna de otros.
¡Suerte y buena caza!
Arturo González Cardalliaguet
